sábado, 8 de septiembre de 2012

Trilogía del fin de semana, sábado 8... 5k CAU Castellón

Imagen del histórico centro del CAU
El  Centro “El Cau” en Castellón está íntimamente ligado a la historia de la educación especial y el tratamiento de las personas con autismo en nuestra provincia, en nuestra Comunidad y en España y en estos momentos su labor de investigación y desarrollo de programas de innovación educativa  y terapéutica está reconocida en los más importantes foros de debate científico  nacionales e internacionales. Hace ya 27 años (1978) que iniciaron su camino tres profesionales castellonenses Juan, Higinio y Montse, ante la necesidad de dar a las personas con autismo unos cuidados específicos y  de alta cualificación profesional, centrándose en los siguientes objetivos: promover el conocimiento de la naturaleza y las características del autismo así como su carácter susceptible de tratamiento, propiciar la promoción, ayuda y defensa del niño autista, colaborando con otras entidades, realizar actividades docentes y formativas con el niño autista y, por último, orientar a padres y familiares y promocionar la formación de profesores en el tratamiento del autismo. Sus comienzos fueron modestos, en un viejo chalet en la avenida Villarreal, cedido en precario, con  iniciativa e ilusión empezaron esta apasionante aventura en la que tan sólo podían dar atención a 6 niños autistas. Sin embargo, poco a poco se ha ido haciendo un hueco como centro de referencia para la sociedad castellonense. Podréis encontrar toda la información referida a ellos en el siguiente enlace http://www.autismoelcau.com/

Cartel de la carrera
Organizada por la Escuela-Taller CAU y por Free-Run, el sábado por la tarde se celebraba la primera edición de esta carrera solidaria parte de cuya inscripción se destinaba a cubrir las necesidades de este importante centro de Castellón. Dado que para ese fin de semana estábamos por la zona, y a pesar de que el fin de semana ya se presentaba cargado de competiciones, con el I Gran Fons Nocturn d'Alfafar el viernes por la noche y la Cursa Ibérica de Figueroles el domingo por la mañana, me pareció una buena causa para colaborar y de paso volver a disfrutar de lo que supone birlarle el espacio urbano, aunque sea por breves momentos, a los coches y demás fauna habitual de las calles de las ciudades y poder correr con libertad por mi ciudad. Además se trataba también de una buena ocasión, ahora que toca cambiar la montaña por el asfalto, de hacer mi primera incursión en una distancia que sigue siendo demasiado agonística para mí, acostumbrado a las distancias más largas y, además, en montaña.
Después de una copiosa comida en casa de los papis y de haber dedicado el sábado a hacer un rato el ganso, llegada la media tarde poníamos rumbo los tres hacia Castellón, al encuentro dels veins ya que a  Rubén también lo había liado para formar parte de esta mini aventura a pesar de que también él corría el domingo en Figueroles. Así, como si nada, en un breve paseo por la zona del PAU Gumbau nos dejaba en la zona de salida donde la verdad es que el ambiente parecía menor de lo esperado. Cierto es que al ser la zona tan espaciosa al final eramos más gente de lo que pudiera parecer. En este caso no hubo ni calentamiento ni nada parecido, dedicando el tiempo de espera una vez recogido el dorsal a saludar a amigos y conocidos de este mundillo (como casi siempre, nada de nombres porque siempre acabas dejándote a gente). Una cosa de las que me gustó es la presencia de familias enteras que se congregaron allí para hacer el recorrido en compañía, algo que siempre es bonito y, además, permite que los más jóvenes vayan entrando en este apasionante mundillo. En lo que a mí respecta me tuve que conformar con que me acompañasen a la carrera; Leyre es todavía demasiado pequeña para tanta distancia y Mónica... bueno, es Mónica.

Entrando en meta de la mano de Leyre
lo mejor de la carrera sin ninguna duda
A las 19.00 horas se ponía en marcha la carrera. Al pistoletazo de salida respondíamos todos saliendo como verdaderos poseídos en busca de cerrar los cinco kilómetros en el menor tiempo posible. Y claro, el idiota de Roberto se plantó en esos ritmos que al final son imposibles y al final acabó pagando eso y el tute del día antes por Alfafar. Ya digo, salida a todo tren por la zona del Auditorio en dirección a la estatua de Tombatossals, momento en el que, apenas medio kilómetro después de la salida ya decidí bajar el ritmo porque al que iba acababa asfixiado seguro. A pesar de ello el primer kilómetro lo pasé en 4.17 lo que me hace pensar que en esos cuatrocientos metros iniciales iría incluso por debajo de cuatro. Claro, con ese inicio pronto empecé a encontrarme algo sofocado por no decir nada peor. El segundo kilómetro, en unos decentes 4.35 dio paso al momento crítico de la carrera. Ya ves, apenas cinco kilómetros y aún tuve tiempo de momentos críticos. No sé qué es lo que sería pero de pronto me quedé sin fuerzas y tuve incluso la idea de parar, algo que al final pude evitar; afortunadamente fue algo pasajero y bajando el ritmo del tercer kilómetro hasta los cinco pelados parece que conseguí superar el bajón y volver a disfrutar de la carrera. Sin embargo ya no tuve ni las ganas ni las piernas de volver a cambiar el ritmo así que me dejé llevar a ritmos algo por debajo de ese cinco del kilómetro tres para finalmente alcanzar la meta en 23.47, de la mano de Leyre y satisfecho por haber cerrado mi primer cinco mil (con margen de sobra, espero, para mejorar en el siguiente que haga que espero no tarde demasiado) y de haber disfrutado de un agradable rato en compañía de la gente del CAU y de los amigos de Free-Run y demás compañeros de esta locura en que se convierte el running. Y de paso, seguir acumulando kilómetros y sensaciones de asfalto en la búsqueda de esa fortaleza mental que me permita afrontar el reto de la maratón en buenas condiciones.




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