lunes, 20 de agosto de 2012

A cumplir con la tradición; V Sus Scrofa Mosqueruela

Un jabalí que ya forma parte destacada
de mi historia como trail-runner
El jabalí (Sus scrofa) es un mamífero artiodáctilo de la familia de los suidos presente en Europa, aunque hay también subespecies en América, África y Asia. El jabalí se puede encontrar en la península Ibérica, donde su población es abundante y es considerado como pieza de caza mayor. Está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo2 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

¡Cómo pasa el tiempo!. Ya he comentado en alguna entrada reciente que mi entrada en el mundo del trail, inicialmente como senderista, se producía en un ya lejano noviembre de 2007 por tierras de Benicàssim. Ese sería uno de los principales hitos en mi historia como trail-runner. Otro de ellos se daría durante el verano de 2008 en el que en pleno mes de agosto cinco valientes zagales procedentes de Albentosa se daban cita en las calles de Mosqueruela para dar cuenta de los 32 km que aderezaban la primera edición de la Carrera de Montaña Sus Scrofa. En aquel lejano verano del 2008 la representación de Albentosa fue la más numerosa de cuantas hemos enviado para allá: David Vila, Alejandro Chiva, Ángel Chiva, Pepe Alegre y un servidor nos tirábamos la manta a la cabeza y nos presentábamos por Mosqueruela con la sana intención de acabar los 32 kilómetros en plan andarín y tratando de disfrutar de aquellos parajes. A un ritmo senderista pero endiablado, y a pesar de pagar la novatada en resultado de aproximadamente tres kilómetros de más resultado de un despiste que nos hizo perdernos, conseguimos acabar esa primera edición en un respetable tiempo de 4.45. Repasando la clasificación de aquel año me hace gracia darme cuenta de que mucha gente que ahora puedo considerar amigos coincidieron con nosotros en el recorrido por los tiempos que acreditaron, de la misma manera que me hace gracia comprobar que un tal Ramón Recatalá fue el ganador de aquella edición.

Llegada en 2008, Primera Sus Scrofa. 4.25
Como prueba de lo que cuento aquí tenéis una foto de aquella primera edición; no hagáis caso a lo que veis porque ese tramo de la llegada fue el único en el que corrimos salvo una pequeña bajada en la que intentamos hacerlo y también nos perdimos (suerte de que por allí andaba Nere para advertirnos del error). Desde ese momento se ha convertido en cita obligatoria de todos los agostos Albentosinos el que una representación del pueblo haga acto de presencia en las calles de Mosqueruela para dar cuenta de las sucesivas ediciones de la Sus Scrofa. La liturgia comienza con la cita en la plaza del pueblo, sigue con la llegada y el aparcamiento en la misma zona, la recogida de dorsales previa subida de la cuesta que acabará por convertirse en la recta de llegada, el cortado en el mismo bar y después de todo a tratar de correr por los senderos de Mosqueruela.
Año 2009, Segunda Sus Scrofa. 4.22
Y así ha sido, año tras año, desde ese 2008. En la segunda edición, año 2009, tuvimos la ausencia de Ángel, de quien nunca más se supo y una marca de 4.22 contempla mi participación. Para el 2010 solamente nos acercamos David y yo; ese año, con la inercia de la MiM todavía haciéndome rodar como una moto, con la sola compañía de David y a pesar de una inoportuna torcedura por el km doce, el tiempo fue de 3.48. Así nos plantamos en el 2011 donde acompañado por Pepe y por David volví a la senda de las cuatro horas, en concreto 4.16. En fin, como podéis comprobar en esta breve recopilación, cuatro años después de aquel primer viaje hasta Mosqueruela solamente David y yo habíamos conseguido mantener el ritmo y completar todas las ediciones de la carrera de Mosqueruela. Y doy fe de que no había sido fácil, son fechas complicadas para preparar cosas así y además alguna que otra celebración había puesto en peligro mi participación en la misma, especialmente la del 2010.
Año 2010, Tercera Sus Scrofa. 3.48
Es por eso que desde hace varios meses teníamos decidido los dos completar el círculo participando en la quinta edición que se disputaba este año. Y así fue, a pesar de que el estado físico no era el más adecuado (estas fechas no son las más recomendables para meterse entre pecho y espalda treinta y dos km) el pasado sábado casi como un ritual, y acompañados por Pepe, nos plantábamos en Mosqueruela para disputar la quinta edición de la Sus Scrofa y hacerlo como buenos chicos, juntitos y llegando de esa guisa a meta, sin importar ni tiempos ni sensaciones, simplemente para acabar la carrera. Y como siempre, en la previa de la carrera cumplimos con esa liturgia que anunciaba anteriormente y que nos llevaba hasta el momento de la salida, esta vez con el dorsal número uno (ansioso que es uno a la hora inscribirse) y después de comprobar una afluencia menor a la de años anteriores, espero que circunstancialmente, y de saludar a numerosos amigos del mundillo (Teo, Wushi, Ayacucho, Sofi, Nacho en labores organizativas, Ezequiel, Esther, Silvia Marimón, Alfonso e Inma, y muchos más que como siempre me dejo en el tintero, incluyendo a quien se me presentó en la salida y del que no recuerdo el nombre.

Todas las conjeturas apuntan a que Mosqueruela procede de "mosquera". Una mosquera es un descansadero de ganado trashumante, un punto de parada para descansar, abrevar y refugiarse del calor; normalmente se corresponde con un área arbolada y una fuente y se localiza, lógicamente, en el trazado de las vías pecuarias utilizadas para el desplazamiento. Todas estas condiciones se cumplen en la ubicación actual de la población, sin olvidar que los pastizales de verano a donde debían trasladarse los rebaños trashumantes se localizan a media jornada del lugar. En cuanto al por qué se denomina mosquera a un descansadero de ganado, la explicación es obvia para quien haya tenido ocasión de refugiarse junto al ganado a la sombra de un sestero: si algo abunda son las moscas. Moscas que, precisamente, estuvieron desde el inicio representadas en el escudo de la Villa.
a villa de Mosqueruela fue fundada en 1265 por orden del rey Jaime I, a fueros y costumbres del poderoso Concejo de Teruel. Aunque ya antes existen referencias documentales: la Mosquerola (1203), la fuente de la Mosquerola (1204) y castelli de la Moschorola (1208).
Mosqueruela consigue de inmediato un gran desarrollo. A lo largo del siglo XIII y primeras décadas del XIV, fue frecuente la presencia de la villa en la documentación de la Cancillería Real Aragonesa, debido principalmente a los conflictos de pastos que tuvo con la poderosa Casa de Ganaderos de Zaragoza. Estos conflictos fueron frecuentes durante casi todo el siglo XIV, sobre todo los generados entre la sesma del campo de Monteagudo, a la que pertenecía Mosqueruela, y las villas levantinas de Castellón y Villarreal, y solían consistir en hechos, prendas, reprendas y agresiones de los habitantes de Mosqueruela a los ganados y pastores levantinos y sus consiguientes procesos judiciales. Esta serie de conflictos finalizó en 1390 con la sentencia arbitral de Villahermosa, que gesto las normas por las que iba a regirse la ganadería extensiva de una extensa región.
Durante estos siglos, el término municipal de Mosqueruela se va poblando de numerosas masadas y en 1333 se consigue la adhesión de los términos del Castillo del Mallo, tras una dura pugna con sus vecinos de Villafranca del Cid (Castellón). Mosqueruela va desarrollando una intensa actividad relacionada con la ganadería y el comercio de la lana.
Fue hacia finales del siglo XIV cuando estalla la guerra de los Pedros (1356-1369) con Castilla, guerra que resulta beneficiosa para Mosqueruela y sus vecinos, fieles al rey Pedro IV. No fue ocupada y como premio recibió la titulación de villa (1366) y el privilegio de celebrar ferias y mercados, además la Comunidad de Teruel pasa a denominarse Comunidad de Teruel y Villa de Mosqueruela, siendo esta cabecera de 65 aldeas dependientes. No hay que olvidar que la villa, desde este momento, tuvo jurisdicción civil y criminal propia. A lo largo de la historia formó parte de la red de aduanas del Reino y como villa de realengo tuvo representación en las Cortes.

Siempre detrás de David....
Total que poco antes de las ocho de la mañana de un caluroso dieciocho de agosto de 2012 tres gallardos zagales de Albentosa (además de David y yo contábamos con Pepe) nos ubicábamos en la línea de salida, esta vez en dirección contraria a lo que había sido norma hasta este año para vencer al calor y a las dificultades que la carrera nos iba a poner. Para esta cinca edición lo más destacado era el cambio en el recorrido, una modificación que es sencilla de explicar ya que íbamos a hacer el mismo recorrido pero en sentido contrario al tradicional. A priori ello evitaba el calor del final de la prueba en el campo de tiro pero seguro que nos deparaba sorpresas con las que antes de empezar no contábamos. En el momento de la salida David y yo impusimos esa marcheta que no nos impidió situarnos en la parte media del grupo en ese paseo inicial por las calles del pueblo. Fue un agradable paseo de un kilómetro que nos dejó a las faldas de la subida a la ermita que se divisa desde el pueblo (no recuerdo el nombre) y de la que a fuerza de maldecir esa bajada todos los años no pensaba que fuera a hacerse tan corta. Cierto es que en cuanto llegamos allí obligué a David a poner pie a tierra y a caminar hasta arriba y eso evidentemente suaviza cualquier perfil. Pero bueno enseguida llegamos arriba, de inmediato la breve bajada hasta la carretera, nuevo ascenso que nos lleva hasta el campo de tiro y a partir de ahí lo que imaginaba como la parte más suave de la carrera. Al acabar la segunda "subidita" ya nos habíamos plantado en el kilómetro tres a un "prudente" ritmo de caracol que marcó el 7.31 en el primer aviso del Garmin. Y cuando pensaba que tocaba disfrutar de un tramo completo mis piernas me dejaron claro mi error... ¿he dicho piernas?, si es así es un error porque esas se quedaron en algún punto de la carretera que une Mosqueruela y Albentosa, imagino que como consecuencia de una semana cargadita en kilómetros, que no en intensidad, y lo que tenía en su lugar eran dos palos que me impedían siquiera rodar con cierta naturalidad. En esas condiciones el tránsito por el campo de tiro y lo siguiente hasta la bajada hacia las Truchas fue un querer y no poder así que al final optamos, yo por necesidad y David por compañerismo, por seguir mucho rato en plan senderista. Así, en estas condiciones, el segundo aviso del Garmin que debería haber marcado ritmos en cincos medios se quedaban en unos discretos 6.19. Afortunadamente poco después del seis empezaba un prolongado descenso hacia las Truchas en el que nos sentimos cómodos, aunque sin forzar lo más mínimo en ritmos suaves y tratando en lo que a mí respecta de encontrar al menos una pierna. Llegados a bajo parecía que me encontraba mejor pero fue volver a la realidad del llaneo y nuevamente perder las piernas así que sabedores de que pronto empezaba la primera parte de ascenso decidimos seguir con nuestra ruta andarina salpicada por algún trote cochinero y así llegamos hasta el avituallamiento situado a los pies de la esa subida anunciada.
Y la subida se presentó para acabar definitivamente con mis maltrechas piernas. A duras penas podía seguir el ritmo de David (si lo hacía es porque iba esperándome) así que solamente quedaba que ir dando cuenta de los kilómetros, todavía muchos que quedaban, hidratarme bien para soportar un calor asfixiante y tirar de coco para no acabar de hundirme en la miseria. En estos momentos ya el tiempo no tenía ninguna importancia y ya digo que se trataba de disfrutar al máximo dadas las condiciones. Además otra sombra empezaba a cernirse sobre el dúo que formaba con David, quien andaba preocupado no sin razón porque no conseguía romper a sudar. Bien, así fuimos dando cuenta de esta primera subida importante que nos llevó hasta el doce y medio con dos kilómetros finales realmente exigentes. Sin solución de continuidad dos kilómetros más de bajada, uno más de falso llano y de pronto un muro de apenas quinientos metros pero un desnivel importante que seguía recordándome mi estado. Y así llegamos al avituallamiento del diecisiete (algo más) donde David me esperaba y en el que me hidraté todo lo bien que supe, me preparé un botellín con un gel y con sales y de nuevo adelante a afrontar casi siete kilómetros que nos llevaría cruzando el Pinar Ciego hasta la torre de vigilancia del Pinar que hasta el año anterior era el final de la primera subida de la carrera. Sorprendentemente, sin ir fino en ningún momento, a medida que íbamos consumiendo kilómetros parecía que mis piernas iban mejorando muy poquito a poco y de hecho el último tramo de subida hasta la torre fue lo mejor de la carrera. Pero también es cierto que íbamos preocupados con el tema de David; de hecho creo que ya en este momento empezaba a flaquear un poquito. Llegados arriba, cerca del kilómetro 24, tocaba disfrutar un poquito por las Bramaderas para enfilar poco después el descenso hacia el Mas de Gil, peligroso en la zona de las Piedras y complicado en lo siguiente para las dos maderas que tenía como piernas.

De remate unas escalericas...
Aquí parecía que la cosa iba a ir a mejor; alcanzamos el avituallamiento situado a cinco kilómetros de meta y al menos yo pensaba que lo que quedaba era básicamente un agradable paseo hasta Mosqueruela con una bajada final algo complicadilla. Nada más lejos de la realidad. En el veintiocho nos esperaba una última subida de kilómetro y medio con un desnivel considerable lo que unido al calor hizo que David reventara. Yo creo que fue un corte de digestión pero el caso es que cuando nos quedaban quinientos metros de subida a David le pilló el hombre del mazo. En adelante todo fue difícil, muy difícil; a pesar del punto de avituallamiento que teníamos a falta de dos kilómetros de meta, la bajada que nos esperaba no ayudaba; entre el pajarón de David y mis dos palos debíamos parecer todo menos corredores. De hecho David no pudo trotar ni siquiera el tramo de descenso por asfalto hasta el tramo así que hubo que armarse de valor y encomendarse a alguna virgen para que la cosa no fuera a mayores y, muy poco a poco, nos plantamos en esa cuestecita que conduce a meta donde haciendo un esfuerzo trotamos con la satisfacción de haber completado nuestra quinta Sus Scrofa. El tiempo, lo de menos, 4.21...

Bien, balance agridulce por los problemas físicos que tuvimos los dos aunque al final cumplimos como machotes y alcanzamos el objetivo. Buena organización en líneas generales y después del patiment un bañito en la piscina, menos fría que de costumbre y rumbo a Albentosa a celebrar el cumple de mi princesita de seis años. Al año que viene iremos a por la sexta, claro, pero mientras os dejo los enlaces de siemrpre. Gracias a todos los que año a año nos permitís disfrutar de los parajes de Mosqueruela.


Perfil de la carrera en Wikiloc

1 comentario:

Trapatroles dijo...

Enhorabuena por ese objetivo tan duro, aunque conozco Mosqueruela y el entorno es precioso.
Saludos